Entre la tradición y la modernidad
Itali G. Thiessen Heide
05 de marzo del 2019
Estado de México,
México
Puede que no sea extremadamente común, pero tampoco es
raro ver a familias de aspecto europeo, altos y rubios de ojos claros vendiendo
galletas, queso u otras artesanías en muchas ciudades y pueblos mexicanos. La
mayoría de la gente sabe que son menonitas, sin embargo, muy pocos conocen la
historia de su cultura, el "¿por qué están en México?"
Antecedentes históricos
El origen religioso que da sustento a la etnia y
cultura menonita es muy remoto y se inicia en 1517 con Ulrich Zwingli, un padre
suizo quien negaba la validez de las peregrinaciones, los ayunos, las
indulgencias papales y la misa. Cuestionaba el purgatorio y el bautismo de los
niños, ya que pensaba que el bautizo debe ser una decisión tomada por un adulto
que decide arrepentirse por sus pecados. Asimismo, retira las imágenes y los
íconos, las velas, los crucifijos y las obras de arte de las iglesias.
Unos años después, un sacerdote de Utrecht de nombre Menno Siemens empezaría a
cuestionar la iglesia de la misma manera que lo hizo Zwingli. De sacerdote
cambiaría a ser un predicador anabaptista. De él obtienen los menonitas su
nombre. Él también fue quien postuló el pacifismo como uno de los pilares de la
religión menonita.
Tres acontecimientos causaron gran impacto en Siemens.
Dichos eventos se convertirían en tres razones que dieron lugar a su conversión
de católico a anabaptista.
1.
El primero sucedió cuando apenas había cumplido un año
siendo sacerdote. Después de estudiar las tradiciones católicas y sus
significados, dijo que el pan y el vino consagrados en el altar no se transformaban
en el cuerpo y sangre de Cristo. Desde 1521 circulaban las ideas de que el pan
y el vino solamente eran meros símbolos del sufrimiento y la muerte de Cristo.
Por tal motivo sintió que uno de los pilares más fuertes de la fe católica se
estaba desmoronando: la misa.
2.
La segunda razón fue el segundo bautismo. Después de escuchar
la historia de Siecke Freerks, quien fue un anabaptista decapitado por haberse bautizado
por segunda vez, le pareció que las escrituras afirmaban que el bautismo debía
ser impartido únicamente a los adultos, y aún más importante, bajo confesión personal
de fe.
3.
El tercer y más terrible hecho que motivó a Siemens a crear
el anabaptismo menonita fue la matanza de la Vieja Abadía, en la cual las
fuerzas gubernamentales de los Münsteritas cobraron aproximadamente tres mil
vidas, incluyendo el del hermano de Siemens. De este hecho nacería la sensación
desagradable hacia la guerra, el repudio a las armas, a la guerra, a toda clase
de violencia.
Elena Schellenberg, una menonita de Cuauhtémoc,
Chihuahua, recuerda haber aprendido acerca de Menno Siemens en la primaria del
pueblo menonita. Compartió la siguiente oración escrita por Siemens:
‘Nuestra fortaleza es
Cristo, nuestra defensa la paciencia, nuestra espada la Palabra de Dios y
nuestra victoria es la fe. Dejamos las espadas y lanzas de acero para aquellos
que, ¡oh dolor! Consideran la sangre humana y la del puerco en el mismo nivel.
El que es avispado, juzgue lo que quiero decir.’ (Aquí puedes escuchar la oración original en alemán
leída por Elena Schellenberg).
La gran emigración
Los menonitas fueron
perseguidos durante los primeros siglos de su existencia. Viajarían por Europa,
asentándose en Rusia, Alemania, Holanda y Ucrania. A fines de la década de
1800, miles de menonitas emigraron de Rusia a Canadá, donde se quedarían
durante algunas décadas. En Canadá se les fue otorgado libertad religiosa, de
idioma, y educacional. Es decir, podían poner sus propias iglesias, hablar su
lengua natal y poner sus propias escuelas.
En 1918 estalla la
Primera Guerra Mundial. Canadá participa, y la situación tensa hizo que el
gobierno canadiense pretendiera obligar a los Menonitas para que aceptaran el
idioma inglés, así como obligar a los niños a ir a escuelas del gobierno
canadiense. David M. Quiring, un historiador menonita de Chihuahua dijo lo
siguiente: ‘El siguiente y más grande
punto de crisis para los menonitas que vivían en Canadá, lo presentó la Primera
Guerra Mundial y los años que siguieron. Fue entonces cuando el estado
canadiense hizo la declaración de que estos menonitas no debían tener una buena
conciencia respecto a la obediencia. Así, cientos de ellos vendieron sus
productivas granjas de Manitoba y Saskatchewan, y abordaron los trenes hacia
México. Otra vez, como en Rusia, se marchaban lejos del grupo principal y no
disfrutaban de la migración.’
Así fue como rechazaron
lo que les parecía una clara violación al convenio original y enviaron en 1919
a seis integrantes prominentes de la comunidad hacia América del Sur. De estos
delegados destaca KlaasHeide, el
único que participó en todas las excursiones a América del Sur y el líder de estos seis integrantes importantes. De 1919 a 1921 viajarían Paraguay, Bolivia, Brasil, Argentina y Uruguay, finalmente pasarían a México. Empezaron los trámites del convenio con el presidente Álvaro Obregón, quien les vendió 250 mil hectáreas en el corazón de Chihuahua, hoy en día Cuauhtémoc. En el convenio se estableció que los menonitas podrían controlar sus iglesias y sus escuelas, asimismo no se les obligaría hacer servicio militar por sus creencias pacifistas.
único que participó en todas las excursiones a América del Sur y el líder de estos seis integrantes importantes. De 1919 a 1921 viajarían Paraguay, Bolivia, Brasil, Argentina y Uruguay, finalmente pasarían a México. Empezaron los trámites del convenio con el presidente Álvaro Obregón, quien les vendió 250 mil hectáreas en el corazón de Chihuahua, hoy en día Cuauhtémoc. En el convenio se estableció que los menonitas podrían controlar sus iglesias y sus escuelas, asimismo no se les obligaría hacer servicio militar por sus creencias pacifistas.
Así fue como el 8º de
marzo del año 1922 llegarían 9,263 menonitas de Canadá a San Antonio de
Arenales, Chihuahua (hoy en día Cuauhtémoc). Llevaban maquinaria, perros,
tractores, rollos enteros de alambre de púas, semillas para sembrar tierras,
ganado, caballos y muebles. Se organizaron en dos colonias: Manitoba y Swift
Current, las cuales hasta hoy en día siguen siendo las colonias menonitas más
importantes en Chihuahua. Elena Schellenberg recuerda los cuentos vívidos que
fueron contados por sus abuelos. ‘Se armó un gran alboroto al ver llegar y
descender esa impresionante cantidad de güeros altos, hablando un idioma
inteligible,’ cuenta Schellenberg, ‘se pensó que había una invasión a México.’
Cuenta también que esa misma mañana los menonitas y los mexicanos compartieron
grandes tarros de leche espumosa y tibia.
La primera noche en San
Antonio durmieron en el campo, a cielo abierto hicieron tiendas de campaña con
costales y ramas de árboles. Cuando amaneció aquel 9 de marzo, los hombres se
fueron a juntar leña para hacer el fuego. Las mujeres hicieron de comer,
teniendo cuidado con las serpientes, los ciempiés, las arañas y los escorpiones
que se encontraban en cada escondite.
La guerra secreta entre
los menonitas
David Quiring comenta lo siguiente en su interesante
ensayo: ‘Intervención y resistencia: dos
visiones de los menonitas, conflicto en México’: el primer grupo de Viejos
Colonos (Old Colony, en inglés; Altkolonier, del alemán. Se refiere a los
menonitas que siguen la ideología original de Siemens.) que vino a México,
siguiendo preceptos de apartamiento de Menno Siemens, siempre buscó permanecer
retirado del mundo, pero hubo otros que no quisieron respetar ese anhelo.
Varios grupos mantuvieron a lo largo de varias décadas una especie de guerra
ideológica y religiosa en contra de los Viejos Colonos.
Los archivos que se encuentran en el Central Comité
Menonita nos revelan una antiquísima batalla llevada a cabo en contra de los
integrantes de la iglesia de los Viejos Colonos. Hay, incluso, entrevistas
hechas a los líderes de los diversos grupos involucrados, que confirman esta
clase de odio compartido con raíces comunes, de esta fisura que separa a los
Viejos Colonos de los demás menonitas.
El queso menonita
Los menonitas siempre han envasado frutas y verduras
para tener suficiente alimento durante el invierno. Otro legado importante para
la región es la creación del queso, cuya historia es muy interesante. Durante
la crisis de los años treinta, algunos menonitas se vieron obligados a trabajar
como asalariados para los menonitas más favorecidos por el clima y las
cosechas, o incluso para la comunidad mormona de Casas Grandes, Chihuahua.
Algunos menonitas ya habían empezado a experimentar con el queso, usando una
técnica holandesa, pero no fue hasta que se trabajó junto con personas de la
comunidad mormona que se creó lo que hoy en día conocemos como el queso
Chihuahua o el queso menonita. Es una mezcla de la técnica holandesa y la
técnica norteamericana. Fue comercializada, y hasta hoy en día sigue siendo un
ingreso millonario no solo para los menonitas, sino también para el estado y el
país.
La educación como nueva
forma de vida
Hasta el año 1963, la educación en escuelas menonitas
constaba solamente de cuatro grados de educación elemental. En ella se aprendía
sobre religión, lectura y escritura, y matemáticas básicas. Las clases eran
dadas en alemán bajo, y normalmente a la edad de 12 años se terminaba la
educación, y se empezaba a trabajar, ya sea en el campo o en la casa. En aquel
entonces, se creía que la educación que se brindaba fuera de la iglesia
menonita era mala. Los niños se preparaban para una vida en el campo o un negocio
familiar, mientras que las niñas más en las labores domésticas.
En 1963, se abrió la escuela ‘Álvaro Obregón’,
llegando a romper estos antiguos esquemas. Aunque los Viejos Colonos no estaban
de acuerdo, los menonitas más modernos decidieron incorporarse al sistema
nacional educativo (SEP). Peter y Anna Letkeman fueron los primeros maestros traídos
desde Canadá para impartir clases en la escuela Álvaro Obregón parte de la
primera generación que salió de esta escuela, y dicen lo siguiente sobre el
estudio:
‘La razón de nuestro estudio es para hacer de
nosotros personas útiles. En particular se debe pretender una educación
espiritual, por eso existe en nuestra escuela una educación religiosa. Las
horas del día más importantes eran aquellas cuando hablábamos de lo eterno.’
Hoy en día, consta del nivel kínder hasta
preparatoria. Es una de las escuelas con más nivel educacional en el país.
Aparte de llevar el programa de la SEP, hicieron convenio con el gobierno
alemán para impartir también su sistema educacional. Se aceptan alumnos fuera
de la comunidad menonita siempre y cuando hayan ingresado desde el kínder, y
que tengan alguna relación con la comunidad menonita. Se imparten clases de música,
historia menonita, ética, filosofía, y todos los alumnos salen con certificaciones
del más alto nivel en inglés, alemán, contabilidad, mecánica y enfermería.
Itali Thiessen nos cuenta en este video cómo fue su experiencia como ex-alumna de esta institución.
Itali Thiessen nos cuenta en este video cómo fue su experiencia como ex-alumna de esta institución.
Sin duda la comunidad menonita sigue creciendo y cada
vez aporta más a México. Su cultura es rica en tradiciones, comida, amor, paz,
y orden. Entre más se estudia y se investiga la raíz de su cultura, más podemos
apreciarlos y visibilizarlos en la cultura mexicana.
BIBLIOGRAFÍA:
- Crónicas y Testimonios de la Vida y Migración Menonita,
CONACULTA, Instituto Chihuahuense de la Cultura, Programa de Desarrollo
Cultural para Públicos Específicos, Encuentro con los Menonitas, Todo por
Chihuahua, del Gobierno del Estado.
- Quiero escribir una historia que me contó mi abuelo,
Aganetha Schellemberg
- Por qué menonitas en México, Nancy Friesen.
- Los menonitas, studio de antropología social chihuahuense
de Walter Schmiedehaus, 1973, Chihuahua, México.
- Bender, Harold S. y John Horsh. 1979: Menno Simons, su vida y sus escritos.
Traducido al castellano por Carmen Palomeque. Herald Press. Scottdale,
Pensylvania; Kitchener, Ontario.
- Cañás Bottos, Lorenzo. 2005: "Christenvolk: Historia y
Etnografía de una Colonia Menonita". Editorial Antropofagia, Buenos Aires.
- Dyck CJ. (1993). An introduction to Mennonite history: A
popular history of the Anabaptists and the Mennonites. Scottdale, PA: Herald
Press. p 452.
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